Sísifo
Sísifo con su famoso castigo
    
Que Clara la tenían los griegos y sus dioses en lo referente al castigo y el sufrimiento. Muchos los recordarán por su gran aporte a la filosofía, las artes y la cultura en general, pero yo creo que el rasgo distintivo, aquello en lo que realmente eran buenos, era en saber castigar.


     Si por casualidad tu nombre es Sísifo y te escapaste del infierno… bueno ten por seguro que tu castigo será grande y deberás cargar una piedra, una enorme y colosal piedra que sólo subirla a su destino en la cima de la montaña era un reto, para que una vez colocada allí ésta volviera a caer por su propio peso y tuvieras que volver a hacerlo una y otra vez. Similar a la práctica plasmada en el discurso del, en aquel entonces, presidente Roosevelt en EE.UU, quien para salir de la depresión económica dijo:"Mandaremos a los obreros a cavar pozos", ¿Y qué hacen con ellos?, preguntó un colaborador. Sin dudar Teddy Roosevelt contestó: "Al otro día mandamos al mismo obrero a taparlo". 

     Tal vez estés pensando que no hay castigo peor que tener que realizar un trabajo inútil, bueno, piénsalo de nuevo porque si tu nombre fuera Prometeo y tu crimen robarle el fuego a los dioses para entregárselo a los débiles mortales, no podría esperarte nada bueno. Te van a encadenar a unas rocas en el Cáucaso, solito y desnudo, y un ave te vendrá a visitar todos los días y comerá tus entrañas. Pero como sos Prometeo “el inmortal”, las mismas volverán a crecer y alimentarán a ésta u otra ave todos los días. 

    Para que te imagines la magnitud del dolor que sufrirías todos los días al ser tus entrañas consumidas mientras aún estás vivo, los registros dicen que pasaron siglos y los gritos de Prometeo seguían llenando los aires. Pero al fin y al cabo él es un titan y de lo que estamos hablando es sólo de dolor “físico” (no me malentiendan, no deseo en lo más mínimo el dolor de Prometeo), pero eventualmente un tripulante del Argos llamado Hércules romperá tus cadenas y serás liberado, así que no desesperes Prome. 

    Si bien las anteriores son terribles condenas, para mí, no hay peor castigo que el sufrido por la dulce Casandra. La mano viene así, el dios Apolo no tenía demasiada suerte con las mujeres, aunque era hermoso y tenía todos los atributos admirables en un hombre, la fortuna con el otro sexo le era esquiva. Cuenta el mito que una vez Apolo se enamoró de la princesa de Troya, Casandra. Enceguecido por la necesidad de poseerla carnalmente, Apolo pactó con la joven que si ésta se acostaba con él, le regalaría el don de la videncia. 

    Casandra aceptó y Apolo cumplió otorgándole la posibilidad de ver el futuro. Pero cuando le tocaba el turno a Casandra... ésta se negó a pernoctar con el apuesto dios. Enfurecido y por qué no, un poco herido en su hombría, Apolo la maldijo... nadie jamás creería en sus visiones. Casandra a partir de ese penoso incidente tenia la no tan envidiable capacidad de ver el futuro, ella podía predecir, ver, conocer y vivenciar los hechos que se avecinaban, pero no podía compartirlos porque nadie creería ni una palabra al respecto. De hecho como habrán podido imaginar, la princesita de Troya pudo ver todo lo que pasaría con su ciudad en la mítica batalla y su famoso caballo, pero nadie le creyó y ya sabemos cómo termina para los troyanos esa historia. 

    Esto me hace pensar y repetir -que clara que la tenían los dioses con los castigos! Pocas cosas pueden ser más dolorosas y frustrantes que saber que tenés razón y que nadie quiera escucharte. Cuantas veces nos sentimos Casandra al sabernos acreedores de la verdad y ver que sólo nosotros la vemos. Nadie quiere oírnos y mucho menos creernos. Y no somos dioses, héroes o titanes, sino como Casandra, simples mortales incomprendidos. Que nos libren los dioses de tal castigo.

Dr. Mauro da Cruz

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