obesidad

La obesidad es una de las enfermedades más extendidas a lo largo y ancho del planeta. A pesar de estar actualmente reconocida como una patología en muchos países del mundo, aún sigue siendo un taboo sobre todo en el ámbito social, donde se observa un gran escepticismo y discriminación hacia los afectados.

Crease o no hay personas que no creen que la obesidad sea en verdad una enfermedad, y optan por creer que es un simple hábito de vida, incluso una condición aceptada y favorecida por el propio enfermo como algo natural y normal de su propio ser.

Los escépticos de la obesidad no solo no contribuyen a la recuperación de sus pares, sino que además acusan al obeso de marcar su condición intencionalmente.

La intencionalidad en la obesidad

Es de suponer que ninguna persona querría verse en una situación tan incomoda como la que ofrece esta patología, en donde incluso puede llegar hasta la inhabilitación de la persona. Sin embargo, es discutida la tendencia autodestructiva que mantiene el enfermo con su propia alimentación, a sabiendas de que su peso y tamaño corporal son completamente anormales.

Claro está que un afectado de sobrepeso puede y debe elegir su tratamiento para lograr su sanación, aunque el camino que transitaría podría volverse aún más incómodo para el enfermo que la aceptación de la mismísima enfermedad. Estos obstáculos ocurren como consecuencia de las causas genético-biológicas que son características distintivas de la afección.

La psicología del obeso

El sujeto obeso sabe muy bien que su salud no esta nada bien, pero a pesar de ello no realiza suficiente ejercicio físico y muchas veces no se preocupa por disminuir el consumo de alimentos. La verdad es que la obesidad es una gran rueda, una especie de circulo vicioso en el que el enfermo queda atrapado casi sin salida, donde el metabolismo sobre todo es el protagonista. Pero la salida existe y muchas veces es cuestión de mucha fuerza de voluntad.

El circulo vicioso de la obesidad consiste en que cuanto mayor es el peso de la persona, menos movilidad posee, por ende menos ejercicio va a realizar. En consecuencia del bajo ejercicio y el sedentarismo, las calorías no se queman y los azúcares terminan por formar más y más grasa. Sumado a ello, el deseo de comer aumenta por retroalimentación positiva a medida que crece el tamaño del cuerpo y el obeso no se priva ni se cuida en las comidas.

Pero no todo es tan sencillo, el componente de predisposición genética en esta enfermedad es muy determinante y existen incluso bebes que ya son obesos por trastornos metabólicos hereditarios. En base a esto, el obeso solo es responsable de un 50% de no padecer obesidad. Aunque la condición se puede revertir en un 100% con estrictas medidas de dieta, quizás en muchos casos los cuidados se mantendrían para toda la vida.

Afortunadamente, la obesidad es una enfermedad que detectada a tiempo y controlada por profesionales médicos, puede aliviar al paciente en el pesar físico y psicológico que esta genera, además de evitar muchas otras complicaciones derivadas, cardiopatías especialmente. El médico nutricionista puede elaborar una dieta baja en calorías y un régimen de actividad física para bajar sanamente de peso y lograr la máxima calidad de vida.













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