Como cultivar el equilibro emocional  By NelsonPortugal

En una de las últimas entrevistas que me hicieron sucedió algo que creo te servirá saber.

Todo inició con una pregunta:

"Nelson, ¿cuál ha sido el mayor descubrimiento que has obtenido en tus años de experiencia fortaleciendo el equilibrio emocional de las personas?" - me preguntó mi entrevistador.

Él quería saber aquello de lo que no se habla usualmente, de aquel concepto que yace escondido entre las profundidades de nuestro ser.

Quería conocer lo que muy pocas personas conocen, lo que va más allá de lo simple - de lo superficial.

Yo lo miré fijamente, asentí levemente y pensé:

"Este es el momento que estaba esperando. Dios, ayúdame a que este mensaje llegue al corazón de aquella persona que, sin saberlo si quiera, es quien más necesita escucharlo"

Esta era mi oportunidad para hablar acerca de aquello que ya había empezado a reconocer tres años atrás y para ese momento ya lo había entendido por completo:

El impacto del núcleo familiar en la estabilidad emocional - y por ende, en la calidad de vida - de los hijos.

"He descubierto que la calidad de la vida de las personas es dirigida por la calidad de su relación familiar". - le respondí.

No quería entregar una respuesta superficial por lo que expandí en lo que pensaba - y sigo pensando hasta hoy:

"Las personas tenemos cuatro necesidades emocionales que, lo sepamos o no, dirigen nuestras vidas.
De hecho, cada acción que realizamos, decisión que tomamos, pensamiento que tenemos y emoción que sentimos son un intento de satisfacer alguna de estas necesidades.

Estas necesidades son: estabilidad (la necesidad de sentirnos seguros), variedad (la necesidad de sentir estímulos), amor (la necesidad de sentirnos amados) y valía (la necesidad de sentir que valemos).

Cuando alguna de estas necesidades no están siendo satisfechas, pasan dos cosas lamentables: (1) sufrimos y (2) tomamos decisiones equivocadas en la vida que, aunque nos hacen más daño, cubren (aunque sea por un momento) alguna de estas necesidades.

¿Por qué existe la violencia en el mundo? ¿Por qué las personas llevan un camino de adicción? ¿Por qué las personas engañan a otras en sus relaciones? ¿Por qué las personas no tienen confianza en sí mismos?

¿Por qué las personas no se atreven a perseguir aquello que quieren en la vida? ¿Por qué las personas gritan, agreden, mienten? ¿Por qué las personas se quedan en relaciones que les hacen daño? ¿Por qué las personas mantienen un trabajo que no les gusta?
...
Porque en su vida actual no han podido satisfacer alguna - o ninguna - de estas necesidades emocionales y aunque vivir así no representa su vida ideal, al menos llegan a sentir por un instante aquella emoción que necesitan sentir para (aunque sea) sobrevivir.

No son ellas (las personas), no es su potencial, tampoco su capacidad, su intelecto y/o habilidad lo que los lleva a vivir una vida que no se alinea a aquello que realmente quieren - aquella con lo cual soñaron de pequeños, aquella que imaginaron mientras corrían por el parque cuando eran niños, mucho menos aquella para la cual nacieron, para la cual vinieron a este mundo.

Lo único que los ha llevado por un camino de dolor, de culpas, de enojo, de arrepentimiento, de frustración, de ansiedad, de depresión, de resentimientos, de - en esencia - estancamiento, es porque conforme fueron creciendo en la vida no encontraron en su entorno más cercano (su familia, su hogar, sus padres, sus hermanos, sus tíos, sus abuelos) aquello que debieron darle, lo único y más importante: estabilidad, estímulo, amor y valía.

No lo recibieron de las personas que más querían en los momentos más importantes de su vida, lo que no les permitió encontrarlo dentro de ellas mismas y creyeron (equivocadamente) que no estaba dentro de ellas.

Creyeron que no eran estables, que no eran divertidas, que no era amadas, que no eran importantes - que solo aquella amiga o amigo que era recogida(o) por unos padres felices lo era.

Y, entonces, sin quererlo/sin saberlo emprendieron un viaje con un destino al cual jamás llegarían porque el destino no existía allá afuera (donde ellas lo buscaban) sino que estaba - únicamente - en donde había comenzado: dentro de ellas mismas.

Emprendieron el viaje más largo y apresurado de su vida sin punto de llegada, vistiéndose de la mejor manera, aceptando aquello que no querían, gritando a quien no pensara como ellas, haciendo cada vez más cosas sin tiempo para detenerse a apreciar sus logros, buscando, esperando, deseando sentirse - aunque sea por un momento - valiosas, únicas, diferentes, amadas, aceptadas."
...
Un silencio nostálgico ocupó nuestra conversación.

Mis ojos habían derramado algunas lágrimas porque mi corazón había sentido el dolor de aquellas personas que reconocieron el impacto que su familia había tenido en su vida y - tal vez aún más importante, el impacto que ellas tendrían en la vida de sus hijos y sus hijas.

"¿Qué hacemos, entonces?" - me preguntó mi entrevistador con voz suave y cálida, como esperando una respuesta a lo que él mismo estaba atravesando en su vida.

De pronto un sentimiento de esperanza ingresó a nuestra conversación:

"Mirar hacia adelante" - le respondí, con una sonrisa originada desde la calma y la paz.
"Podemos mirar hacia adelante y empezar a hacer las cosas aún mejor de como lo hemos hecho hasta este momento.

Podemos mirar hacia arriba, hacia nuestros padres y amarlos, perdonarlos, agradecerles por habernos dado lo mejor que pudieron.

Podemos mirar hacia adentro y saber que somos amor, entendimiento, valía, determinación, coraje y que lo que hemos estado buscando afuera siempre estuvo dentro de nosotros.

Podemos mirar hacia los costados y dar el amor que esperamos recibir de nuestros hermanos, recuperar/crear aquella relación que siempre quisimos.

Podemos mirar hacia abajo y darle amor a nuestros hijos, darles estabilidad emocional, mostrarles lo importante que son, permitirles descubrir que están completos desde el día en que nacieron.
Podemos hacer la diferencia.

Hoy.
Desde donde estamos.
Desde quien somos.
Desde nosotros mismos."

-
"Gracias" - me dijo mi entrevistador, con un tono de profundo agradecimiento.
"Gracias a ti" - le respondí, con esperanza.
"Gracias Dios" - pensé, mirando ligeramente hacia arriba.
"Haz de este mensaje lo que sea tu voluntad" - le pedí.

Source: nelsonportugal.com


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